21.12.14

El sentido de las letras


Creo en el rendimiento de las palabras como referentes de sentido. 
Por éso las juzgo tan celosamente, por éso pienso -quizás demasiado- antes de abrir la boca, por éso no sé qué decirte, por éso reviso las comas y los punto y comas, por éso borro lo que escribo y vuelvo a redactar, por éso me enrosco, por éso me quedo muda, por éso dejo que hables aunque no te escuche, por éso no sé si mirarte a los ojos o a los labios, por éso el bolo psicológico, por éso voy a besarte cuando te vea. Silencio.
Punto y aparte.

30.11.14

Problema de sintaxis


Nuestra historia (exigua, escueta, corta, brevísima) fue el resultado del encadenamiento malogrado de aquellos silogismos encargados de otorgar el sentido a cualquier cosa: un problema de sintaxis. No te extraño, no te quiero, no me interesa que estés o no haciendo. No era amor, tentaba, era un juego

4.6.14

Caída libre

Percepción clara e inmediata de saber que estoy a punto de quedar vulnerable en frente tuyo y no voy encontrar nada con que cubrirme. Estoy en una habitación de muros transparentes sin puerta, una caja de cristal donde me falta el aire. No puedo salir pero te veo en todos lados. Quiero cerrar los ojos y envolverme en mi propia piel en algún rincón de mi mente dónde no te encuentre; pero tengo la voluntad frágil del enamorado que no es capaz de llevar a cabo tales acciones contrarias a las tendencias inmediatas del momento: mi caída libre a la nada tras el doloroso quiebre de nuestro "todo" única construcción del suficiente contrapeso contra la fuerza de gravedad del mal de amores.

2.5.14

Primera persona del singular

Era un egoísta, de esos cuya atención en el ego ajeno se daba en la medida (en términos de longitud) que hay desde el hombro propio -incluyendo la extensión del brazo- y el vacío para llegar al hombro de alguien. La medida del interés. No era mala persona, no sabía ser de otra manera. Hacía uso exclusivo de la facultad biológicamente adquirida de la lengua, para pedir favores. Era un ego rodeado de espejos, un interminable discurso en primera persona.

10.4.14

Imagen sugerida

Toda obsesión tiene el tamaño inicial de algo que se puede llevar entre las manos. No molesta, no pesa, puede manejarse, uno se arregla. Luego, adopta la dimensión de un elefante rosa. Un tamaño inmanejable e ilusorio. Damos a luz nuestras propias obsesiones, somos el hogar sin puertas para nuestros fantasmas. Sosegados por el tamaño de lo que parece ser nada más que nuestra sombra, terminamos auto-cegándonos en la oscuridad infinita. No hay luz más verdadera que la de abrir los ojos, ni boicot más real que el de no querer mirar ni mirarse. Conciencia jamás dormida: nadie puede darse la espalda en una sala llena de espejos.