13.12.11

Crónica de una historia sin principio ni final.-
















Una puerta cerrada que no se abría para nadie.
Cuando llamaban al timbre ella apagaba las luces y fingía estar ausente,
le costaba querer en serio y besar de verdad. Tenía las manos frías, quizá consecuencia de ese clima al que llaman "soledad". 
Cometió un error o tal vez un descuido, dejando pasar a un extraño, un coleccionista de canciones, amores de lata e inversor de nafta en una rutina aburrida
Él abrió la puerta que ella bloqueaba con sus trabas, pero entró con los pies sucios y se fue sin avisar. Bomba de humo, un fantasma.
No hubo beso de despedida, no hubo explicaciones y mucho menos suposiciones.
Ella volvió a cerrar la puerta. La gente volvió a golpear.

Ella apaga las luces y finge no estar.
Duerme con sus auriculares puestos para no tener que escuchar.
Se pierde en la música y siente que vuela.
El volumen es proporcional a la altura que puede alcanzar.